jueves, 15 de mayo de 2008

LOS CAFES DE LA ESCUELA

Si hay algo añorable de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Sevilla, además de la hornada humana, son las pequeñas sobremesas que nos permitíamos con al alma acongojada por irnos a estudiar a la biblioteca, a clase o a prácticas de laboratorio. Con aquel café infecto por delante habríamos arreglado cien mil veces el mundo, escrito varias bibliotecas, compuesto canciones, ganado carreras, competiciones deportivas, regatas... y nos habríamos ligado a media España, empezando por la ETSII.
Éramos ilusos, y quizás patéticos, unos niñatos a los que nos daban más palos que a un perro abandonado, pero éramos amigos. Y hoy, a pesar del tiempo, seguimos siéndolo, más porque lo fuimos que por lo que queda.
En aquellas tardes varios amigos canarios nos ilustraban como exiliados de las bondades de sus islas. Por afinidad y por abulia escuchamos más de una tarde la descripción de la isla de Tenerife. Realizada de norte a sur y de costa a costa. Tanto nos contaron, que en las ocasiones que visité Tenerife, jamás necesité mapa de la isla, ni indicación para llegar a una playa, o a Candelaria, ni siquiera para comer o comprar.
Sé que esos tiempos ya se han ido, pero hoy Juan Cruz me ha recordado Masca y Los Gigantes. Y también el fibroso cafelito de la Escuela. La puta y vieja Escuela.

No hay comentarios: