jueves, 25 de febrero de 2010

DICCIONARIO. BASTINAZO.

El siete de enero, recién despierto, con resaca Real y con deseos de que la oscuridad matutina no oculte ningún problema mayor en la vuelta al trabajo, se enciende la radio, y aparecen varias voces con tonos que van del agudo al falsete lamentándose por haber nacido, ser pobre y desgraciado, y, a la vez, congratulándose de su chulesca dignidad y de haber nacido en la tasita de plata. Se trata de una comparsa que se presenta al carnaval de Cádiz.
También navideño, escoltando a los mantecados y polvorones, o en pleno agosto, rodeado de biquinis, bronceadores y bermudas. Se inicia con una calle cortada en la que no se puede aparcar, un ligero olor dulzón a una mezcla propia de incienso y otras aromáticas hierbas, unos señores vestidos de traje azul e impostura que portan varas de oro y plata, de encajes negros sobre los rostros de mujeres piadosas y de una plataforma de madera sobre la que cabalga la imagen de un santo, un Cristo o una Virgen. Es uno de esos traslados, vía crucis o paseítos que le dan a las imágenes.
Ir de campo, con unos vaqueros viejos, el bocadillo en la mochila junto a la botella de agua medio vacía que a cada paso resuena como una campanada sorda, la camiseta de propaganda de algo, y llevar la compañía de alguien que también viste vaqueros, no viejos, que ha cambiado tus zapatillas de deporte por unas botas camperas y se cubre con una camisa de alguna marca anglosajona. Y a ti, que buscas la complicidad de la chicharra, te empieza a cantar alguna sevillana rociera, alguna salve, o te sermonea con lo bueno que es hacer este camino, andar con los amigos, caminar hacia alguna aldea. Y a ti, que peregrinas durante toda tu vida, te ensalza las romerías.
No se me ocurren mejores definiciones para el término bastinazo, del que desconozco la etimología. Solo sé de él que comenzó a usarse en Cádiz a mediados de los años 80 del siglo XX, y que poco después dio nombre a un bar de adolescentes. El término no se ha extendido mucho fuera del ámbito de la ciudad de Cádiz, pero se entiende en ciertos ambientes de Sevilla, Madrid, Córdoba, Santander y San Sebastián por contaminación turística. A pesar de su uso infrecuente, su acepción es la más acertada para definir lo que ya es un coñazo en su momento y se convierte en el triple de coñazo fuera de época. Véanse los ejemplos.

EL LIBRO DE LAS CARAS.

Este sitio puede ser mágico. A un golpe de índice, se agolpan recuerdos de hace cuarenta años, personajes que han desfilado y vivido a nuestro lado y que, hoy, ley de vida, se han separado de nosotros. Hasta ahí. Hasta ahí la magia, reencontrar al amigo que alguna vez se añora y recordarle que alguna vez lo hemos recordado. La posibilidad del reencuentro también forma parte de esa magia buena. Hasta ahí.

Como en todo conjuro está la parte del trato que solo se hace efectiva cuando uno prueba las mieles de lo ofrecido. La pérdida de intimidad, estar disponible para ser buscado o reencontrarse con quien uno no quiere, es el precio pagado. Ayer alguien del Rancho Cucamoonga, en Texas, o esta mañana, una persona desde Buenos Aires, me buscan y me ofrecen su amistad. ¡Vive Dios que no la quiero!. He visto también que amigos de mis amigos son algunos de mis enemigos, algunos de los pesados que conocí, algún chupasangre y algún aprovechado. De repente, se disparan los resortes de antiguas batallas y de odios, de malos ratos enterrados.

El Libro de las Caras. Buen invento al fin y al cabo. ¡Salud a todos los amigos!. Enemigos, absteneros de contactar conmigo.

SOY UN TRISTE.

Por mucho que lo intento no me sale otra cosa. No es que esté triste, lo soy.

Quizás no lo sea a la manera del manchego que conocí. Este era un triste redomado, pero lo curioso es que no mostraba su tristeza. Día tras día y noche tras noche lo vi salir de copas, alternar, ir a la Feria, a la calle, a casa de unas que conocía. Pero era un triste. A todos los que estuvimos a su lado nos robaba la alegría y los sentimientos que se tenían junto a él era el acogotamiento y la desesperanza. Lo hacía con tal eficacia que no sé si hoy soy así porque él me robó. Como un verdadero vampiro de almas.

Tampoco lo soy al uso del melillense. Este era Tristón, el compañero de Leoncio. Y no es que yo fuera el figurín o figurón, ni el tigre ni el león, no. Este hombre jamás dio una noticia de forma alegre, hoy se te ha roto el intermitente, te han robado la bici, o has aprobado fluidos, pero has sido el único. Hasta cuando me dijo que se casaba, ante mi alegría contestó, sí , vale , pero, ¿tú sabes el trabajo que me queda?, ¿tú sabes lo que me cuesta?, ¿y si me divorcio?.

Yo soy triste, triste. De los que tienen el alma muy pesada, de los que sufren, de los que lloran a solas. Mi música es triste, no mi cantinela, sino la que escucho. Y mis aficiones son tristes, o si no lo son, las ejecuto con la gris frialdad del funcionario. Y soy eso, funcionario. Me sorprendo de contemplar la alegría de mis hijas, no son hijas de mi tristeza. Y quizás es que sea eso, me creo triste porque me creo maduro. Me creo triste porque me creo serio. Y debo volver a ser más niño, más trivial, más mundano. Y disfrutar. Sin ser tan triste.

DICCIONARIO. PLURIVERSO.

"Hay otros mundos..., pero están en éste" (Paul Éluard)

Entre las palabras nuevas que en principio nos extrañan, oí el otro día (en realidad, hace más de una año, pero soy cordobés y exagerado tanto por exceso como por defecto), el término pluriverso.

A la gente de mi generación posiblemente les suene la cita de Éluard, asociada a un anuncio de colonia. Y es cierto que a mí me llegó también así, por la publicidad. Años más tarde todavía no sé que publicitaba a qué, la cita acompañaba a la colonia o la colonia acompañaba a la cita, porque yo he olvidado el nombre del perfume pero no esta sentencia.

Pluriverso se opone a la concepción actual del mundo, un Universo, un Pensamiento, una Democracia, una Religión, un Mundo. Pluriverso nos monta de repente en otros mundos, paralelos, coetáneos, contemporáneos, pasados, virtuales. En todos lo mundos posibles mejores o peores, más alegres o más tristes, pero existentes y como tales importantes, sin necesidad de mayúsculas, sin necesidad de distinción.

La etimología de la palabra es clara, por contraposición a universo, puede significar muchos mundos. El empleo del término se ha registrado en la frase “el universo y el pluriverso” haciendo constar que en este mundo que definimos existen otros mundos. Se usa en un contexto de palabras de libertad. Su significado exacto es difuso, para hacer honor a su sentido; cada uno, según su vivencia, que lo defina a su antojo.

MORIRÉ.

Cómo no, moriré.

Como a cada ser me espera la muerte. Cierto que no sé cuando será, ni me imagino, ni quiero imaginar, su forma. Asumo que llegará y no quiero esperarla. No porque no sepa que algún día llegará, sino porque esperarla es una forma pequeña de morir, de renunciar. No. Cuando tenga que partir que sea Ella, la Vieja Dama, quien venga a buscarme.

Y moriré.

martes, 16 de febrero de 2010

EL DISCURSO QUE NUNCA PRONUNCIARÉ. FUNCIONARIO.

(Dedicado a todos aquellos que se sientan identificados, en especial a aquellos que piensen que quien recibe cualquier pena es porque algo habrá hecho, o que todos estamos contra la pena de muerte, pero a algunos habría que matarlos)

Hoy, con este viejo funcionario que se jubila, ha muerto la última forma existente y latente de franquismo.

Todas esas nuevas ideologías sobre la superioridad de ciertas razas y la Nación suponen algo distinto. Se trata de algo importado e impostado. Lo autóctono, lo genuino, es esto, la funcionarización y la burocratización de la vida.

Consiste en que el el ciudadano no sepa; no que no sepa algo concreto, sino que no sepa y que pregunte y nadie sepa, y si alguien contesta le indique no un camino, sino un laberinto de puertas, de pasillos, de oscuros despachos, de papeles mohosos y olvidados. De tristes peticiones y expedientes infinitos. Al final ese hombre, cualquier hombre, buscará tan solo la salida del laberinto. Y deseará jamás volver a pisarlo, jamás pedir nada al Ente.

Este funcionario, ya jubilado, pero siempre alma de gris funcionario, se inició como tal siendo un tierno infante al que enseñaron a temer, a dar gracias por no ser castigado por cualquier cosa, a dar gracias por poder dar gracias, a mirar una instancia en blanco como si de un Libro Revelado se tratara. Este miedo, esta cobardía y esta vergüenza por ser cobarde han alimentado su pobre ego y han sostenido ese Sistema, no inútil, sino vacío.

No hubo muchos Teseos con él, y los que hubo tuvieron su hilo de Ariadna en un padrino redentor que les llevó directamente al Balcón de los Decretos, al rincón de los habanos y las botas sobre la mesa.

Hoy se ha retirado la última losa de ese Régimen. Luchemos por que no se construya otro.

¡Larga y vergonzosa vida al funcionario retirado!

!Salud!

lunes, 15 de febrero de 2010

EL DISCURSO QUE NUNCA PRONUNCIARÉ. EL RÍO.

Hoy, señores, vengo aquí a recoger este premio. Han valorado el resultado obtenido, la limpieza del agua que baña sus orillas, su manso y claro discurrir, pero, permítanme, olvidan el esfuerzo empleado y el encallecimiento de nuestras almas.

Sé que hay muchos que hablan de lo conseguido y se felicitan. Créanme, hasta ayer, nada supieron de este problema. Ni de nosotros.

Duhamel, LaGrange, Fourier también se enfrentaron, y encontraron solución, no a este problema, sino a otros similares, que, en términos matemáticos, podrían ser descritos como sistemas complejos de ecuaciones diferenciales, múltiples variables y no homogéneos. Todos ellos, los matemáticos, tuvieron tiempo; nosotros no. Todos ellos contaron con la amable complicidad de las ecuaciones, estáticas, deseosas de ser resueltas; nosotros no.

A cada paso nuestro problema, como un virus, mutaba. Todos ellos transformaron el problema en otro, más sencillo, más adecuado para ser resuelto por el método que cada uno inventaría. Nosotros no, nosotros hemos sido transformados por el problema. Y no inventamos un método, sino que seguimos el más antiguo, la iteración.

A cada solución propuesta nos hemos ido convenciendo de que este problema no tenía solución salvo el tiempo. Conforme ha transcurrido esta variable temporal y, gracias a alguna que otra graciosa iteración y cambio de variable, se han ido eliminando ecuaciones, condiciones de contorno, restricciones y hemos partido, cada día, de un sistema nuevo con una condición inicial distinta a la condición final que dejamos ayer.

Gracias a que, éste, mi amigo, y yo, tuvimos fe y a que solo encontramos descanso en la conciencia tranquila, hemos podido dibujar este mapa de ecuaciones en el que ustedes han creído ver la solución y en el que nosotros solo vemos una sencilla ecuación, trabajo más constancia es igual a movimiento, movimiento es igual a vida, vida es igual a eternidad.

Alcen sus copas y escandalícense, porque nunca verán tanta belleza como hemos visto en el trabajo y nunca estarán tan cerca de la eternidad como este agua que mana de su frío manantial y riega su campiña, donde ustedes la ensucian con el aliento del hombre. O con el de aquellos que dicen llamarse así.

¡Salud!.

martes, 9 de febrero de 2010

CAFÉ CON V.R.

Ayer por la mañana vi a V.R. en las noticias. No fue una visión agradable. El primer café del día se me estropeó. V.R. lucía un pañuelo al cuello, y sonrisa de oreja a oreja. Acompañaba a varios políticos en un mitin, es seguro que preparaba su segundo asalto a la vida política.
A priori, contar con V.R. en las filas de un partido equivale a contar con un buen elemento. El primer catedrático en España de su materia, profesor de Universidad casi desde la Edad Media, propulsor de nuevas energías, comprometido con el medio ambiente. Un caché de lujo.
Eso es lo escrito. Una vida dedicada al estudio, la investigación y la docencia. Pero, permítanmelo, reniego de lo escrito. V.R. me estropeó parte de la vida, no por su dureza como profesor, no por la dificultad de la materia que impartía, sino por su indolencia. No quiero entrar en qué materia se convirtió en catedrático, lo que es cierto es que ahora, de examinarse, no lo conseguiría. Puede que quien le diera el grado de catedrático supiera menos que él, hoy hay varios que le superan, y son, a la vista de los papeles, simples estudiantes o profesores. Durante el curso que fue mi profesor se dedicó a traer maquinitas a clase. No eran videoconsolas, es cierto, pero tampoco iban más allá de la simple materia descriptiva. El sesgo de los exámenes, que él ni ponía ni corregía, para eso era el jefe del departamento, era mucho más científico, técnico y de cálculo. El resultado, escabechina y degüello para todos sus alumnos, no aprobábamos ni la parte teórica. Los remordimientos de V.R., nulos.
V.R. no es el único caso de expediente riquísimo unido a una persona que no vale la pena. He conocido a muchos. En la Universidad, en la vida, en el trabajo. Podría citar, arquitectos, ingenieros, empresarios, médicos, alcaldes, Consejeros,... sobre el papel gente importante. En verdad, gente torpe, inútil o mala. Nadie cuenta en los papeles cómo llega nadie a donde llega, si ha sido fruto de la casualidad o de la herencia o de una mala acción. Lo que cuenta es el título.
Yo mismo podría ser como V.R., tengo un título universitario con cierto prestigio, un puesto respetable, por mi trabajo y mis aficiones he acudido a citas reseñables, a trabajos prestigiosos. Nada de eso cambia, yo miro del celofán hacia adentro. Busco en mí, más mis debilidades que mis circunstancias, y, ante vosotros, amigos, soy uno más, ni siquiera el líder. Sé que eso no me convierte ni en más hombre, ni en mejor, tan solo en alguien que no se cree lo que de él dicen los papeles.
V.R. no solo cree y vive en esos documentos, no quiere vivir la realidad, quiere certificarla, ponerla en su curriculum. Apostaría veinte contra mil a que desea aparecer como Consejero de esta Junta. Temo ese día, en el que asombre a nuestra tierra con nuevas maquinitas absurdas sin hacer nada más. ¿No podría alguien inventarse una realidad virtual para satisfacer su ansía de engordar su ego? ¿No podría alguien hacer eso para que V.R. nos deje vivir en paz?