martes, 12 de octubre de 2010

LA CHICA DE MANCHESTER [BORRADOR/ANTECEDENTES]

Juan llega a Manchester deseoso de ver a Blanca. Es el segundo año de ella en Inglaterra y su tercer viaje en apenas una semana, insuficiente para salvar la distancia que el Erasmus puso entre ellos y que roza lo infinito. Viaja con dos grandes vacíos. Uno, un alma rota que desea que sus presentimientos no sean más que ligeras sombras. El otro es un enorme hueco en su maleta que llenar con veinte mil irresistibles inutilidades inglesas de los grandes almacenes del centro. Hombre práctico que no olvida que, quizás, no vuelva.

Encuentro frío, rutinario, como de colegas. El coche es nuevo, lo acaba de comprar el Departamento, tú lo estrenas. Palabras monótonas dichas en un espeso inglés por una andaluza que ha olvidado no solo que lo es, sino que Juan, su novio en otra vida, su media naranja cuando ella era Blanca, apenas habla inglés.

Manchester en abril no cambia. Es Manchester, pero en abril. Quien lea esto y viva en el Sur de España sabe de lo que se habla. Y Juan percibe en el ambiente que falta mucho para que a esta primavera norteña le llegue el color.

Gran decepción. ¿La primera?. Blanca le ha preparado una habitación. Un descubrimiento. Y es la segunda, si se sigue una cuenta muy reciente. El mundo se derrumba y se convierte en una caja de cartón en la que se ocultan preservativos, apuntes de una tesis doctoral, ropa interior masculina y femenina que ella jamás ha lucido para él.

Blanca no tiene fuerzas ni ganas de discutir. Deja marchar a Juan camino al aeropuerto con parada en Sainsbury´s. Se viste un ligero impermeable y sale a pasear bajo la lluvia. Y a pensar. En que tiene que devolver las cajas al antiguo inquilino, en que ha evitado el trajín de museos y de comida rápida que Juan arrastraba y que, por fin puede pasear tranquila, y sola, por las calles de esta ciudad, impregnándose de mil lenguas distintas, oliendo los olores de mil mundos, que sin saber por qué, le evocan la feria, el azahar y la dama de noche de su tierra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Manchester es una ciudad viva que al principio ves fea y sin gracia, pero en seguida te atrapa para siempre. Blanca posiblemente se fue pensando en volver. Y seguro que desea volver. Pero no se puede volver atrás, sino mirar adelante. Ahora está en una especie de limbo, ni de aquí ni de allá. No pertenece a nada e incluso tendrá un poco de desarraigo. Pero ¿cómo volver? Juan, en cambio se quedó y el mundo se paró para él. Y siguió con sus recuerdos, confiando en que Blanca también pertenecería a sus recuerdos futuros. A veces seguro que ambos desearían volver atrás, pero seguro que estarían fuera de lugar.