miércoles, 24 de noviembre de 2010

ESCRITORES.

El editorial del ABC de hoy me ha hecho reflexionar sobre lo que quiero conseguir con la escritura. Y me coloca en una posición en la que tengo que decidir el rumbo que quiero tomar. Es la misma posición en la que me coloqué tras leer los consejos de Fernando sobre la publicación de libros. Y en la que dudo de todo.
Cuando Fernando me recomendó un par de editoriales en las que publicar lo que escribo y tras ver en el quiosco en el que compro la prensa los libros escritos por un dentista y un geógrafo me retraje. En la página web de la editorial se anunciaban los libros de veinte mil escritores, la sinopsis de estos libros y las portadas invitaban a huir (Neruda decía, el olor de las peluquerías me da ganas de llorar) y hasta con cierta sorna los editores anunciaban un libro como uno más de los veinte de cierta "prolífica autora". Los libros que he encontrado en Morón no invitan a mucha más alegría. Y sé que es posible que no me haga feliz verme entre estos autores.
Ahí es donde comienzan las dudas, porque dudo de tener la calidad suficiente para alcanzar el título de escritor. Casi siempre me llega aquí el reflejo del escritor con el que coincidimos en Burgos. Ha terminado una serie, en cantidad, interesante de libros, incluyendo una trilogía, y es articulista asiduo de la prensa que leo. Mas recuerdo el libro que leí de él y me parece insulso, demasiada fanfarria para un resultado tan escaso, para un tema tan manido como la II Guerra Mundial. Y él, sin embargo, nos miraba a todos en el hotel como a ignorantes, sus libros lo elevaban.
La editorial de hoy habla sobre el Nobel, sobre el anhelo de muchos escritores por recibirlo, autores que no se preocupan por su obra sino por la fama. Yo creo que Armas Marcelo no ha recordado la idea griega sobre la fama y la gloria, porque, al fin y al cabo, de eso se hablaba. Pero hila una reflexión bien argumentada sobre el propósito de la escritura. Tampoco me satisface la idea hiperculta de que cada palabra encaje a la perfección en un texto formalmente extraordinario; la forma natural, sencilla, de palabras comunes es la que me seduce y la que más se adapta a mi cultura pop.
Entonces, ¿qué quiero encontrar en la escritura?, ¿qué quiero conseguir con lo que escribo?. Esta es mi pregunta y no sé la respuesta. Antes pensaba que el propósito último sería ver publicado un libro, llegar a la gente, ser reconocido. No creo que lo sea ahora. Como ingeniero abandoné la lingüística, la filología y las artes literarias, y si tengo estilo personal no lo debo al estudio sino a la lectura, ociosa, catárquica o evasiva. Y cuando pienso sobre esto acudo a los libros que me han gustado, que hubiera querido escribir, de Sampedro, de García Márquez, de Marukami, de Saint Exupery, de Barbery, de Benedetti, de tantos otros. Y mis errores sintácticos, semánticos y gramaticales me alejan de una élite que forma la vanguardia artística de la lengua. Élite, por lo demás, vacía de sentimiento. Así que lo único que quiero es que me lean mis amigos, que a través de la escritura sepan de mí. Y dos íntimas aspiraciones, leerme sin vergüenza ni rubor y, poder con lo que escribo, llorar de vez en cuando.
La escritura es importante para mí, sí. Pero sé que he de trabajar mucho para conseguir la emoción en ella y con ella y que será difícil alcanzar el nivel de hermosura de lo mejor que he leído en los últimos tiempos, el primer capítulo de las memorias de Harpo Marx, los agradecimientos de una tesis doctoral que tuve que estudiar y la dedicatoria que mi amigo Tello me dedicó por mi cumpleaños.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola. Soy el Palomero. He leído como me sugeriste tu post. Entiendo tus dudas pero si algo he aprendido con la escritura de mi libro es que lo principal, lo realmente importante, es escribir. Sacar de dentro lo que tienes. Luego ya llegará el momento de ponerle peros, sentirse satisfecho o no, incluso avergonzarte. Pero eso es un ejercicio posterior. Creo que en lo más profundo, lo que nos mueve a escribir no es lo que hay fuera, sino dentro. Y ahí, muchos de los miedos que nos paralizan no tienen ningún sentido.
Uff, que filosófico me he puesto. En fin, que te animo a seguir y a disfrutar de la escritura. Lo que venga después, quién sabe.
Saludos