Cuando escribí sobre un corrupto busqué en el diccionario la palabra hollar, no estaba seguro de su grafía, lo que sé es que yo había mezclado oír, hoyar y hollar. Al que yo me refería es a hollar, pisar. Pero me llamó la atención que el diccionario atendiera a la etimología de la palabra, relacionada con folgar.
De inmediato pensé en una tarde de una navidad de principios de los 90, jugábamos a algo raro en casa de Susana y Ramón, con su particular tipismo nos habló de pisar como sinónimo de montar el macho de un animal a la hembra. Se refería a las gallinas, y no me queda muy claro si un gallo pisa a una gallina, sí que los mamíferos lo hacen.
Y me queda claro que de folgar viene follar. Y si esquivé una vez la pregunta de qué era para mí hacer el amor, diciendo que era un galicismo, ahora me queda más claro que este galicismo es necesario y que define mejor que los términos animales que empleamos el difícil arte de hacer el amor.
Y esta disculpa se la debía a dos personas. Perdón, Fernando por mi sarcasmo protector. Perdón, Inma por trivializar el amor.
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