miércoles, 22 de diciembre de 2010

VENECIA.

Tras los pasos de Mario, un viejo marino, recorremos un camino secreto plagado de callejones, de puentes, de ríos oscuros y brocales de pozo. Mario conoce bien mi tierra, y yo a pesar de llevar aquí apenas dos horas, me siento como si en este lugar hubiera vivido mi infancia. Y como a otro marino de Malta que tiene el alma veneciana y el corazón cordobés, le perdemos la pista a Mario. También hay un ruso en las cercanías, pero no lleva barba.
En esta tierra, en esta laguna, sopla el misterio, sopla la decadencia, y el mar pretende arrebatarnos el paseo. Imposible. Esta ciudad ha hecho un pacto con el Adriático, una permuta de belleza y eternidad.
Y paseamos por los sestieri en pos de algo, de algún espíritu perdido, quizás Mario, quizás Corto, quizás Casanova. Y en el barrio judío, el viejo ghetto, nos encontramos el de la ciudad. Judío, masón, católico, misterioso y brumoso. Junto a los moros. Frente a Murano, la isla de la grappa; frente a Torcello, la isla del diablo y de Atila.
Y sé que ya he estado aquí antes, alguna tarde al cruzar alguna puerta de otra vieja judería o de medievales callejones secretos, en otra vieja ciudad. A la que también llaman como a una mujer. Otra ciudad de fuentes brumosas y jardines secretos. Otra capital de mundos antiguos.
El agua se remansa en las calles. Las góndolas como pequeños dragones parecen pasearse, en realidad custodian la ciudad de las serpientes marinas. Y los pozos, las escaleras, las puertas cerradas y los campos ocultos conectan este mundo con otros. Hacen falta siete llaves de siete puertas y siete palabras de siete demonios para atravesarlas.
La llaman Al Bunduqiyyah.
 
 
En Venecia, hay tres lugares mágicos
y secretos: uno en la “Calle del Amor de
los Amigos”, otro cerca del “Puente de
las Maravillas”, y otro en la “Calle dei Marrani”,
cerca de San Geremia, en el viejo ghetto.
Cuando los venecianos –algunas veces son los
malteses- se cansan de las autoridades, van a esos
lugares secretos y, tras abrir las puertas al
fondo de esos patios, se van para siempre
hacia países maravillosos y hacia otras historias.
 
HUGO PRATT
Fábula de Venecia 

No hay comentarios: