sábado, 21 de mayo de 2011

INDIGNACIÓN

Rompo de manera deliberada mi silencio en este blog y todo viene por un dilema moral y personal, quiero estar en un sitio en el que no estoy y en el que tampoco sé si quiero estar.

Desde Facebook me invitaron a una convocatoria contra la que he despotricado por la forma con tan poco fondo con la que se hizo, por hacerse a través de supuestos marginados que manejan i-pods, i-books, i-pads, i-phones y toda la i-familia. Pero desde el domingo pasado la inercia y la fuerza del movimiento han fagocitado los i-corazones de los i-diotas y se ha transformado en la conciencia de los conscientes, de los que estamos hartos y consumidos por la política, la corrupción, la macroeconomía, el pensamiento único y todos los supuestos sobre los que se asienta este sistema.

Sé que en mi hastío y mi indignación confluyen mi hastío y mi indignación personal, la privada, y la pública, la del ciudadano que tiene que pagar por respirar, que no puede montarse con sus hijas en un autobús en la verde ciudad de Sevilla, que no puede elegir un colegio decente y que teme enfermar porque se ve desamparado. Y sé que mi indignación sigue la estela de alumno del maestro Sampedro.

He estado en muchas luchas anteriores que nacieron como revoluciones y apenas quedaron en un resoplido, siempre alguien las manejó, siempre alguien fue comprado. Esta que nació como una pequeña fiesta ha cogido el carácter de algo mayor que la revolución, el de la insumisión. Sé que es absurdo pero la prueba de fuego de este movimiento es el de que haya sido prohibido. Y qué más da, que prohíba un órgano al que no se reconoce mil veces, porque mil veces se desoirá.

Yo no he estado en ninguna de las concentraciones, pero voy a apoyar al 15 M sin traicionar mi voto, mañana tomaré una papeleta del partido al que suelo votar y sobre ella escribiré, INDIGNAOS, 15-MAYO, POR OTRA DEMOCRACIA. Sé que no valdrá para nada mi voto nulo, que no llegará a verlo nadie más que los miembros de la mesa, pero me bastará a mí.