miércoles, 1 de febrero de 2012

GARZÓN.

Lo primero es creer en la equidad de los jueces del Tribunal Supremo, por mucho que cueste creer en la independencia de una decisión en la que no ha habido fisuras y que se conocía de antemano, hay que pensar que los jueces han actuado primando el respeto por los derechos del encausado y el principio de habeas corpus.
Claro que en este caso también Garzón es un encausado y parece que no ha tenido la posibilidad de presentar las pruebas necesarias para su defensa. Y claro que se conocen precedentes de escuchas que han sido declarada ilegales, no se han tenido en cuenta en la causa, y el juez ha seguido con el mismo caso, el mismo puesto, la misma sala... Y hay que creer en la justicia y en los jueces porque de haber juzgado ellos a Camps, dejaron claro que lo habrían condenado. Pero es el caso de un juez, un pequeño juez que no se ha metido nunca con ningún político, pecata minuta.

...................................................................

Lo sorprendente es que los sectores más derechistas y reaccionarios hayan celebrado la condena a Garzón como si hubieran ganado la Champions, curioso.
Y es más curioso que condenen a Garzón por vulnerar un derecho fundamental del individuo, el derecho a su defensa. Curioso, porque justo Manos Limpias está en contra de que este juez investigue la vulneración de un derecho fundamental como no hay otro, el derecho a la vida.
Dentro de este cúmulo de curiosidades, a cual más o menos curiosa, está el curiosísimo hecho de que la izquierda cuando le toca, y en contra de la idea fundamental del interés general por encima del individual, hace una exaltación de los derechos individuales, de las libertades propias del individuo frente a la necesidad del estado o de la sociedad. Y es curioso que la misma derecha que pregona, pide y solicita la pena de muerte, que cimenta sus tesis económicas en el liberalismo más feroz, cuando toca acude a la razón de estado, a las libertades más revolucionarias, a condenar los métodos contra la libertad, cuando poco antes ha solicitado el endurecimiento de las penas a los condenados, castración química y no sé cuantas más barbaridades... Cuando menos resulta curioso este, nuestro país.
.........................................

El descubrimiento de que la raya que divide lo bueno de lo malo es variable y que la mueve a su antojo el que esgrime un argumento contra el otro, al igual que yo hace años moví la línea de un partido de fútbol playa convirtiendo un penalti de libro en una falta al borde del área, lo realicé hace años, muchos. Al margen de lo que sufrí como persona con criterios que cambiaban para que otros fueran los beneficiados, recuerdo con claridad los tiempos duros de ETA. Aunque decir tiempos duros y ETA es reiterativo, si existen cualquier tiempo es duro, me refiero a los años en los que asesinaron a más personas. En aquella época se hablaba de aplicar la solución alemana a los Bader-Meihoff, dejar que se fugaran y aplicarles una sumarísima ley de fugas. O la solución británica en Gibraltar, tiro en la nuca directo y sin mediar palabra.
Pues bien aquellos que hablaban de ser también asesinos de una u otra forma, fueron los que con mayor vehemencia alzaron su voz para denunciar la trama de los GAL.
Y es cierto que existió, pero la mayoría de los que la denunciaron, no defendían ni a nada ni a nadie, tan solo atacaban al gobierno socialista.
Curioso, pero es un asunto que todavía está pdte. (y con esto, que quede claro, quiero decir pendiente, no presidente, faltaría más).

...........................................

Y el ya difunto Fraga que ha sido rehabilitado y reconvertido en un Padre de la Patria, en el Señor de la Constitución. Curioso que un hombre con su experiencia, su inteligencia y el enorme conocimiento que tenía de las leyes y del legado jurídico y la tradición normativa romana, napoleónica y germánica, jamás fuera considerado el adalid de las libertades que ha resultado ser una vez muerto.
Es curioso que pase lo que pase, las leyes, que se asientan en una tradición de siglos, mantengan su espíritu, y que no es otro que el conseguir que la rueda del poder siga rodando y en propiedad de los mismos, y que aplaste a quienes se interponen.
Y los aplasta sin saber nadie qué hace que se muevan ni cómo se mueven, pero como se mueven y han de moverse así, te aplastan, dicen los jueces.
Curioso.

................................................

En la calle Julio Pellicer de Córdoba había una pequeña panadería a la que mi madre me mandaba a comprara el pan los sábados.

Un sábado de febrero se me coló un hombre, yo, pequeño, estaba callado y la dependiente se lo hizo saber. Se nos había colado a mí y a otro señor mayor.
- Pues que espabilen. El niño tiene que hacerse un hombre y pelear. Y el rojo este que se calle. ¡Hay que ver! ¡Que me he colado, yo! ¡El jefe de Falange!
- Mire usted, lo siento. Dígame qué le despacho.
- Te voy a decir el qué. Pero antes te voy a contar lo que hicieron los rojos, que cuando liberamos Málaga habían convertido las iglesias y la Catedral en pocilgas donde tenían las bestias y los cerdos. No habían dejado ni hostias ni vino en ningún sitio y tuvimos que comulgar con pan duro antes de darles lo suyo. ¡Qué vergüenza!, mujeres divorciadas, con niños y sin casar. Unas putas, eso es lo que eran las de allí. Y ellos unos maricones cobardes.
Dame una telera y un pan bombón.
El hombre, el rojo, estaba con la cabeza gacha, y solo una vez que se habían ido el falangista, su bigote y sus gafas de sol, empezó a llorar. La muchacha le preguntó por qué no había protestado antes, por qué lo había dejado que lo llamaran rojo. Y el hombre contestó.

- A mi madre y a mi hermana las mataron en la carretera camino de Almería. A mi me crió mi abuela y Don Antonio, el que se acaba de ir, me lo recordaba cada día. Cada vez que necesitaba trabajar, moverme y, hasta para casarme, tuve que pedirle permiso, acudir a él, al Sindicato y rogarle. Por miedo. El que no tuvo mi padre hasta que le dieron el paseo.
......................................

Y Garzón es culpable, sí. De muchas cosas, la principal de no haber sabido llegar hasta el final, de quedarse a medias y de no haber sido más listo que ellos.

Y también es culpable de mi caída de la bici. De aquel día que ordenó la detención de Pinochet y yo con las prisas, la emoción y la ingenuidad de pensar que pagarían su culpa los culpables y un niño jugaría en una alameda, me tragué una glorieta a cincuenta por hora.

Curioso lo que se consigue cuando se cree en la gente. Una caída.

No hay comentarios: