martes, 26 de junio de 2012

POEMA PARA MARTA

Niña de luna, niña de viento.
Niña de agua.
Niña del alba, niña esperada.

Podrías ser la jueza o la marinera.
Podrías ser.

Pero tú,
que vendrás a la mejor hora
del mejor día.
Serás tan solo tú.

Tu nombre podría ser cualquier nombre,
pero tu nombre,
será solo tu nombre.

Tú, que podrías traer mil panes...

Olvida los panes, olvida los nombres.
Olvida oficios y días.
Ven.

Niña de luna, niña de viento.
Niña de agua.
Niña del alba, niña esperada.

Niña.

EUROPA, EUROPA.

La imagen de la canciller Merkel celebrando uno de los goles de la selección alemana me atormenta igual que la de Rajoy en el partido ante Italia. Y no es solo por la poca gracia que tienen estos políticos y por el escaso futuro que tienen como animadores deportivos, tampoco la visión de Leticia y Felipe es mucho más agradable.

En Europa se juegan ahora dos importantes bazas, la de la continuidad del euro y la de la solidaridad entre naciones. Parece que se ha impuesto el pensamiento único, el que habla solo de recortes, recortes y esfuerzos, trabajo y sufrimiento. Parece que lo instrumental y accesorio como los indicadores de la prima de riesgo, las notas de agencias de calificación, las valoraciones de valores al cierre y la apertura diarios se han apropiado de nosotros, los que no sabíamos ni que existían. Y se imponen estas ideas sobre lo importante, lo que nos hará construir un espacio de derechos y libertades o un mercado de mano de obra barata para las corporaciones.

Y me recuerda lo que ocurria en Andalucía en el año 1996, cuando el Unicaja andaba por la final de la ACB contra el Barça. En aquellos días no era raro encontrarse con dos señoras, de las que toda la vida se han llamado maris, hablando en el super sobre el desequilibrio entre el juego interior y exterior, de la defensa en zona o al hombre, de las penetraciones de Babkov o de los triples de Ansley. Estoy seguro que ya han olvidado todo esto, la fama del baloncesto la ahogó el que siguió existiendo en otros partidos, con otras variables, en otros estadios. Y las señoras se quedaron sin su nuevo tema de conversación, al igual que mañana les pasará a los tertulianos, dentro de un año no sabrán nada de JP Morgan.

A veces, cuando veo estos partidos de futbol, debo abstraerme y pensar en que la idea futbolística alemana es más atractiva que la griega para evitar que mi corazón se decante por los griegos, tan rácanos en el futbol, tan machacados y humillados en los últimos años por el resto de países. E igual me ocurre con la selección española, es que no sé si quería ganarle a los franceses, y si Hollande y Rajoy hubieran asistido al partido lo habría tenido claro. Por suerte para mí, y para no sufrir un ataque de bipolaridad francófona, no hubo políticos en el palco y pude aburrirme con el partido. Pero es que esto es lo peligroso, y esto es lo que nos están haciendo, mezclarlo todo, mezclar los sentimientos con el miedo y la racionalidad, enseñarnos una crísis, anestesiarnos para que pasemos por el aro y adormecernos con el deporte. Porca miseria.

Y que conste. Sandro pertini celebró los goles de Italia ante Alemania como nadie. ¡Qué arte, pisha!.