Y me dijo Dios, qué haces aquí a mi diestra, hijo, no has sido llamado y no sé si ese es el lugar que te corresponde. Y yo, que percibía que lo de saber viniendo de un ser Omnitodo no es sino una forma de hablar, contesté:
- Sea este mi sueño, sea esta mi conversación, sea este mi sitio.
- Sea este mi sueño, sea esta mi conversación, sea este mi sitio.
Y conversamos:
- Debes saber que soy Dios Creador, el Omnipotente, el Omnipresente. Así que no solo estoy, y vivo, y habito todo el tiempo y el espacio. Habito, vivo y estoy en todos los mundos reales, imaginarios y oníricos. Pero a pesar de eso, de ser tu Creador, y, por tanto, ser creador de lo que tú crees y de tus sueños, te concedo en este tu, nuestro, sueño estar a mi diestra.
- Ahí quería yo llegar.
- ¿A dónde?, ¿a mi diestra?
- No. A que tú eres, y estás, en todo. A que eres Creador y titiritero de mi mundo, del que manejas los hilos.
- Claro.
- Entonces te recrimino, Dios, lo que haces. Lo que nos hiciste. Creador sin eliminar de nosotros la maldad y ubicados en un mundo del que no eliminaste las miserias.
- Así es. Quise crear seres como yo. Pero no pude. Yo, la Unidad y el Todo no podría dividirme. No podría pasar a ser la Multiplicidad y el Todo.
- ¿Lo intentaste?
- No. Y no quise. Solo me permití crearos a vosotros... y el misterio de la Trinidad.
- ¿Irresoluble?
- No para mí. Está en mi mente, en mi ser. Solo quien se funda conmigo lo sabrá.
- ¿Y quién será?, ¿todo el que muera y se salve?
- No, los que componen la Trinidad.
- ¡Vale!.
Pausa incómoda. Es un punto de la conversación en el que no hemos llegado a ningún sitio, parecemos dos desconocidos, pero si todo es como se dice que es, él debe conocerme.
- Claro.
La exclamación, con algo de sorna, me devuelve a mi sitio. Él lee mi mente.
- Tú fuiste el que una vez me vio en lo infinitesimal, en las partes del átomo.
- Sí.
- Bonita visión. También fuiste el que demostró que yo no existía a través de las propiedades de las matrices cuadradas, y de la inversa de una matriz nula.
- Sí.
- Graciosa, y cierta. Para salvarla tuve que dejar de ser la matriz nula.
- ¡Vaya!. Pero, al fin y al cabo, no podías ser nulo.
- ¿Sabes que te la robaron? El depechemode la publicó y dijo que era suya. Pero tuvo poca gracia y poca acogida.
- ¿Tuviste algo que ver?
- Estoy en todo.
- ¿También en lo malo?, ¿en la enfermedad?, ¿en la desgracia?
- Sí. El mundo es una creación imperfecta, ya te dije que solo puede haber una perfección. El mal existe, y debe equilibrarse.
- Pero, ¿por qué no envías el mal a los que lo merecen?, ¿a los que hacen el mal?
- Creo un equilibrio en el mundo. Mal para los buenos que pueden soportarlo.
- Lo siento, eso es mentira.
- Yo no miento - sonó con la voz de un trueno.
- Quizás, pero te equivocas. Y para quien lo es Todo, la equivocación es tan grave como un pecado.
- Y, ¿por qué dices que me equivoco?
- Mírame, recuérdame, recuerda mis pasado y mi futuro. ¿acaso no sabes lo que sé de la desgracia y el infortunio?
- ¿Te crees el más desgraciado?, ¿no conoces el mundo?
- No, no soy el más desgraciado. Pero no merezco ciertos calvarios. Y te digo que tampoco los merecen los que me rodean y sufren otras desgracias. Vidas rotas.
- No conoces mi mundo, mi mente, mis designios.
- No los necesito, te equivocas y no siempre envías un cáliz a quien puede soportarlo. Te equivocas, Dios, te equivocas.
- ¿Quién eres tú para hablarme así?
- Soy tu hijo. El que te tiene en su ser y en su creencia. En la médula de su ser, porque de ti me inocularon desde que nací. Y, aunque no existas, aunque solo seas mi sueño y el de muchos hombres, como tu hijo te hablo y te recrimino tus errores. Y te hablo con el derecho de quien tiene un ser y una existencia que no pidió. Tú, padre, eres el responsable del Bien. Y del Mal.
- Hablas de errores y el mayor error es el que tú cometes, convertirme en culpable. Pero, hijo, te perdono.
- No quiero tu perdón, no puedes perdonar mis errores, mis pecados y ser cruel con inocentes. Eres tú quien necesita el perdón de los hombres, el perdón del mundo.
- Debes saber que soy Dios Creador, el Omnipotente, el Omnipresente. Así que no solo estoy, y vivo, y habito todo el tiempo y el espacio. Habito, vivo y estoy en todos los mundos reales, imaginarios y oníricos. Pero a pesar de eso, de ser tu Creador, y, por tanto, ser creador de lo que tú crees y de tus sueños, te concedo en este tu, nuestro, sueño estar a mi diestra.
- Ahí quería yo llegar.
- ¿A dónde?, ¿a mi diestra?
- No. A que tú eres, y estás, en todo. A que eres Creador y titiritero de mi mundo, del que manejas los hilos.
- Claro.
- Entonces te recrimino, Dios, lo que haces. Lo que nos hiciste. Creador sin eliminar de nosotros la maldad y ubicados en un mundo del que no eliminaste las miserias.
- Así es. Quise crear seres como yo. Pero no pude. Yo, la Unidad y el Todo no podría dividirme. No podría pasar a ser la Multiplicidad y el Todo.
- ¿Lo intentaste?
- No. Y no quise. Solo me permití crearos a vosotros... y el misterio de la Trinidad.
- ¿Irresoluble?
- No para mí. Está en mi mente, en mi ser. Solo quien se funda conmigo lo sabrá.
- ¿Y quién será?, ¿todo el que muera y se salve?
- No, los que componen la Trinidad.
- ¡Vale!.
Pausa incómoda. Es un punto de la conversación en el que no hemos llegado a ningún sitio, parecemos dos desconocidos, pero si todo es como se dice que es, él debe conocerme.
- Claro.
La exclamación, con algo de sorna, me devuelve a mi sitio. Él lee mi mente.
- Tú fuiste el que una vez me vio en lo infinitesimal, en las partes del átomo.
- Sí.
- Bonita visión. También fuiste el que demostró que yo no existía a través de las propiedades de las matrices cuadradas, y de la inversa de una matriz nula.
- Sí.
- Graciosa, y cierta. Para salvarla tuve que dejar de ser la matriz nula.
- ¡Vaya!. Pero, al fin y al cabo, no podías ser nulo.
- ¿Sabes que te la robaron? El depechemode la publicó y dijo que era suya. Pero tuvo poca gracia y poca acogida.
- ¿Tuviste algo que ver?
- Estoy en todo.
- ¿También en lo malo?, ¿en la enfermedad?, ¿en la desgracia?
- Sí. El mundo es una creación imperfecta, ya te dije que solo puede haber una perfección. El mal existe, y debe equilibrarse.
- Pero, ¿por qué no envías el mal a los que lo merecen?, ¿a los que hacen el mal?
- Creo un equilibrio en el mundo. Mal para los buenos que pueden soportarlo.
- Lo siento, eso es mentira.
- Yo no miento - sonó con la voz de un trueno.
- Quizás, pero te equivocas. Y para quien lo es Todo, la equivocación es tan grave como un pecado.
- Y, ¿por qué dices que me equivoco?
- Mírame, recuérdame, recuerda mis pasado y mi futuro. ¿acaso no sabes lo que sé de la desgracia y el infortunio?
- ¿Te crees el más desgraciado?, ¿no conoces el mundo?
- No, no soy el más desgraciado. Pero no merezco ciertos calvarios. Y te digo que tampoco los merecen los que me rodean y sufren otras desgracias. Vidas rotas.
- No conoces mi mundo, mi mente, mis designios.
- No los necesito, te equivocas y no siempre envías un cáliz a quien puede soportarlo. Te equivocas, Dios, te equivocas.
- ¿Quién eres tú para hablarme así?
- Soy tu hijo. El que te tiene en su ser y en su creencia. En la médula de su ser, porque de ti me inocularon desde que nací. Y, aunque no existas, aunque solo seas mi sueño y el de muchos hombres, como tu hijo te hablo y te recrimino tus errores. Y te hablo con el derecho de quien tiene un ser y una existencia que no pidió. Tú, padre, eres el responsable del Bien. Y del Mal.
- Hablas de errores y el mayor error es el que tú cometes, convertirme en culpable. Pero, hijo, te perdono.
- No quiero tu perdón, no puedes perdonar mis errores, mis pecados y ser cruel con inocentes. Eres tú quien necesita el perdón de los hombres, el perdón del mundo.
Y, de repente, el mundo desapareció a mis pies.
Fundido en negro.