lunes, 28 de septiembre de 2015

MOMENTOS

Al acabar el día, en la tibieza de la cama, en los valles de nuestro colchón, en la oscuridad que nos une.

Cuando despierto, cansado tras pasar la noche en otro mundo, onírico, con el crujir de las tostadas, el calor del primer café.

Durante el día, esperando las noticias de siempre, las llamadas a diario, las que nos interrumpen la película, la conversación, la lectura.

En la comida, compartiendo la ensalada o las anchoas de la pizza, recordando la infancia en comidas de siempre.

En cada momento que has llenado, en cada momento que llenas.

Son los instantes que me llevan a ti. Sí, estas son palabras simples, son momentos simples, porque podría hablar de los íntimos momentos que vivimos, de nuestras luchas amorosas, de las emociones altivas, de los momentos de estrellato.

Sí, podría hablar de ellos, y hablo. Pero hablo también de los momentos que parecen pasar sin recuerdo, de los que parecen el día a día vulgar y no lo son porque cuando tú no estás son distintos, son eternas agujas de cristal, que se quiebran y desvanecen, pero hieren. Hablo de los momentos pasajeros que recordaremos sin fotografía y sin memoria, de los que se irán al fondo del alma sin saberlo. 

Esos momentos que serán como un porche crepuscular con mecedora, con manta de cuadros, y, quizás, con cerveza. En los que cogerás mi mano, sin esperar a que sea yo quien te la tome, y me harás revivir todos esos momentos, aunque yo no sepa cuáles son, ni cuando fueron.


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