viernes, 11 de marzo de 2016

UN DÍA CUALQUIERA, LOS VIKINGOS.

Es un día cualquiera, aunque pienso que no es sino el compendio de muchos días, de muchos momentos de vagabundear y divagar; wondering and wandering around.

Es un día cualquiera y las niñas están en clase de inglés, es el momento propicio para llevar la bicicleta al artesano que restaurará su sonido original, metálico, sinuoso, equilibrado y blanco. Para pensar en la pedalada ineficiente, en su componente mecánica, en el olvido y en el descuido, el graznido del eje, el baile lateral de la cadena y sus saltos desacompasados que significan algo que no se ha querido escuchar.

En este día cualquiera se olvida pronto la enfermedad mecánica y se abandona uno a la cavilación; es la hora de correr hacia el Guadaira y su ribera. Y es en ese sencillo acto de mantener a la vez la carrera y la mente en otro mundo, en conservar las ensoñaciones mientras percibo la zancada y el terreno, en el que me sumerjo.

Bajo el manto de agua insondable del pensamiento encuentro bajeles y pecios, restos de naufragios que sueño rescatados; ahí están el cuento sobre el soldado que busca un paso del río, las brumas del hipódromo cercano, el día que corrí en Triana por las calles de virtudes, la certeza de que habrá un día, espero lejano, en que este ejercicio me resultará imposible y no sabré como alcanzaba a repetirlo, la imagen de toda Sevilla sostenida como una peonza por el mástil de la Torre Pelli. Ahí están todos los velámenes sumergidos, las escuadras maestras de las quillas, los remos abandonados; ahí están  pidiendo a gritos salir a flote mientras yo busco un buen puerto donde fondearlos cuando alguna vez refloten.

Y es en ese día cualquiera donde unos caballos blancos rescatan una vieja idea que sale a la superficie por delante de otras; y con mi horizonte y meta en Los Bermejales, quiero imaginar que su toponímico proviene de una antigua raza de nórdicos, de vikingos establecidos en estas islas y estribaciones del Guadalquivir, en donde hace más de mil años produjeron quesos y criaron caballos. Y que, quizás, solo quizás, algunos decidieron establecerse aquí; y que, quizás, solo quizás, tuvieran el pelo rojo, como Erik, el legendario.

Y es antes de alcanzar el horizonte, antes de atravesar la frontera que marca la traviesa del tren y antes de que la realidad barra como una ola estos momentos, cuando pienso si, en un día cualquiera, hace muchos años, más de mil, los veteranos guerreros nórdicos pensaron, en un día cualquiera buscando el Valhalla con la batalla, es un día cualquiera, los niños están en clase de la lengua del reino de los francos, o en clase de espada y escudo, es el momento propicio para batallar, para matar, para morir. Es un día cualquiera, es el momento propicio para correr.